Wu Lei ya es historia en el RCDE. Se convirtió en el primer jugador chino en marcar en LaLiga. Consiguió 16 goles en los 126 partidos en los que participó. Sin embargo, más allá de sus estadísticas y de su rendimiento deportivo demostró desde el primer día una enorme implicación no solo con el club, sino con nuestra cultura y con nuestra ciudad.
El día de su presentación tuvo una predisposición enorme para hacer cosas que en el club no solían hacerse, como jugar con 6 jugadores del fútbol base en el césped del estadio de Cornellà o enfundarse diversas equipaciones para la rueda de prensa y la sesión de fotos oficial del club.
Era un tipo discreto, siempre educado, puntual y comprometido. Quiso que sus hijos aprendieran catalán y castellano desde el primer día y visitó de manera particular lugares tan característicos como la Plaça de Catalunya, el Puerto de Barcelona o el Tibidabo. Y no solo lo hacia él, sino que lo hacía acompañado de su familia y lo compartía en sus redes sociales. Como todo buen extranjero probó la paella y descubrimos que no le gustaba excesivamente, porque el arroz estaba muy duro para su gusto.
Raro era el mes en el que no tuviera compromisos comerciales con marcas chinas que demandaban de su presencia, en productos que iban desde los juguetes hasta los dispositivos electrónicos de última generación. En China, Wu era una auténtica estrella y tal vez aquí no conocimos su verdadera dimensión.
Su primer gol fue visto por millones de chinos por televisión y su camiseta era un reclamo indudable en las visitas que se producían a Barcelona de miles de turistas chinos que aprovechando su presencia en la ciudad querían ver a su ídolo nacional en acción. En muchas ocasiones se quedaron con las ganas, porque excepto Joan Francesc Rubi, el resto de entrenadores no tuvieron a bien explotarlo deportivamente. Su presencia permitió cerrar una gira por China y un partido ante el PSG que finalmente fue cancelada por la clasificación del Espanyol para la Europa League, precisamente con un gol de él que certificó el retorno europeo.
Tuve la ocasión de recoger en Shangai el Balón de Oro asiático del año 2019. El solo hecho de que un representante del club europeo en el que jugaba viajara hasta China a recoger el galardón generó una expectación que nunca antes había vivido personalmente. Me hicieron hasta 9 entrevistas en las que me pedían hasta el más mínimo detalle de la vida de Wu Lei en Barcelona. Sus fotos gigantes adornaban toda la gala como una estrella de Hollywood, se proyectaron vídeos de su temporada y emitieron un vídeo dedicado a la historia de nuestra entidad. Ahí descubrí la trascendencia de Wu en China.
Ahora ya es historia para nosotros. Tal vez no supimos convertirlo en nuestro ídolo, tal vez no le dejaron, tal vez no pudo. Estos días muchos reivindican un cierto trato diferencial con los jugadores que aportan un plus al conjunto, al grupo como se dice ahora. Igual tampoco supimos mimarlo lo suficiente. Tal vez.
Wu Leí, sin conocerle personalmente, se ve que es buena persona y muy educada, cosa ya de por sí a valorar. Gran jugador a quien no se le supo apreciar. Siempre buscando el espacio y jugando al primer toque, y más pendiente del equipo que de su lucimiento personal. Seguramente su manera de ser no le ayudó a destacar en este futbol que se lleva ahora. Mucha suerte, y ojalá más gente como él formará parte de este deporte.
Es muy buen chico, el único problema es que no vale para primera.